El extraordinario entorno de la Casa de Cultura de Valdemorillo acogió el pasado fin de semana el IV Encuentro de Teatro Aficionado de Madrid
La antigua fábrica de cerámica conserva en su interior los resquicios arquitectónicos de una profusa actividad laboral, convertidos ahora en estímulo para la puesta en escena de las ideas teatrales de los diferentes talleres. Huellas del pasado que rememoraron episodios de nuestra historia más reciente. Teatro sin butacas en el que la cercanía del espectador opacaba el eco de las voces de los actores. Amantes del arte corporal, de la voz y la percusión humana, los alumnos dieron de sí, tanto, que aún resuenan en la estancia el chasquido de una catarata de agua, los ecos de una infancia rural, la voz protectora de lady Macbeth, la proximidad de los diálogos escritos en un andén del metro; y hasta el surrealismo de una comedia de enredo.
Asistimos a un derroche de ilusión y ausencia de pretensiones más allá de la ambición de retener las lecciones de estos fantásticos profesores. A ellos vaya mi más sentido agradecimiento. A todos, un abrazo y el deseo de que nos veamos antes del próximo encuentro de la FETAM.
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